El matrimonio es como dos metales preciosos combinados para formar una nueva creación más fuerte, resistente e inseparable. Cada metal está completo por sí solo, pero unidos entre sí pueden soportar la presión y la resistencia de la vida. Del mismo modo, el matrimonio no se trata de dos personas incompletas que buscan a alguien que las complete, sino que se trata de personas que ya están completas en Cristo y que crean un vínculo que da gloria a Dios. Los hombres y las mujeres pueden vivir en armonía cuando siguen el propósito de Dios para sus vidas. Es cuando no entendemos el propósito de Dios para el matrimonio que muchos matrimonios fracasan. Tendemos a hacer suposiciones y fantasías sobre nuestra versión ideal del matrimonio versus cuál es la motivación de Dios para este. La palabra de Dios proporcionará los secretos y las claves para un gran matrimonio. No importa si estás soltero o casado, puedes tener un gran futuro cuando estás alineado con la visión de las relaciones de Dios.

‍La visión es el destino. La motivación es el transporte.

1. El mensaje de Dios

‍A lo largo de las Escrituras, Dios aclara que el matrimonio es un paralelo directo de cómo su hijo Jesús ama a la iglesia y de cómo nosotros, como seguidores de Cristo, estamos llamados a amarlo primero y llevar ese mismo amor desinteresado, sacrificial y santo hacia nuestro cónyuge. Alinearse con Cristo significa estar centrado en Dios, no en nosotros mismos, en todo lo que hacemos. Dios nos llama a usar nuestras relaciones, esfuerzos y rutinas diarias como reflejo de su promesa. Un matrimonio centrado en Dios es un paralelo con el mensaje del evangelio. Andar en la palabra de Dios, al igual que en el matrimonio, puede ser un trabajo duro pero que vale la pena.

2. El plan maestro de Dios

‍Seamos conscientes de ello o no, Dios tiene un plan. Jeremías 29:11 nos recuerda: "Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza." En épocas de soltería, en las relaciones, en la pérdida, en el dolor, o incluso en la incertidumbre, podemos confiar en que Dios está obrando en todas las cosas para nuestro bien. Avanzamos con fiel expectativa de que el plan de Dios es siempre mejor que el nuestro.

Como individuos, reflejamos la imagen de Dios y, a medida que nuestras historias avanzan en el contexto del matrimonio, el plan maestro de Dios también avanza. Dios escogió el matrimonio como un poderoso paralelo al mensaje del evangelio. Cuando dos personas imperfectas perdonan y crecen diariamente, vemos una imagen de la búsqueda, el sacrificio y el amor de Jesús por su novia, la iglesia. A medida que somos purificados al aceptar el amor de Jesús por nosotros por la fe, también el abrazar a un compañero puede traer santidad en nuestros corazones. No es nuestro trabajo hacernos santos unos a otros, sin embargo, aprender a amar como lo hace Jesús puede motivarnos a todos a llevar y vivir vidas santas juntos.