En una cultura que trata la ocupación como una insignia de honor, la vida puede sentirse como una carrera constante. En una cultura que glorifica la prisa, el tiempo a menudo se vuelve desechable. Pero las Escrituras nos recuerdan que el tiempo es uno de los dones más espirituales y limitados que hemos recibido. Cuando disminuimos la velocidad lo suficiente como para reconocer su valor, empezamos a ver que cada día contiene oportunidades para sembrar en aquello que realmente importa. Nuestros días pueden ser breves, pero Dios puede usarlos para construir un legado que nos sobreviva. El legado crece cuando reconocemos el peso del tiempo y elegimos invertirlo sabiamente.

‍Nuestros días pueden ser breves, pero su impacto no tiene por qué serlo.

1. El legado comienza con la perspectiva

La oración “Enséñanos a contar bien nuestros días” viene de Moisés, no en un momento de triunfo, sino en el desierto. Moisés escribió estas palabras mientras lideraba a una generación que perdió su futuro prometido, no porque los gigantes fueran demasiado grandes, sino porque su perspectiva era demasiado pequeña. Moisés no estaba pidiendo simplemente que Dios les recordara lo corta que es la vida; estaba pidiendo que Dios transformara la manera en que veían su vida.La perspectiva determina la prioridad. Cómo ves tus días determina cómo los gastas. Antes de que el legado se convierta en una acción, comienza como una visión. Cuando Dios cambia tu perspectiva, te ayuda a ver significado en los momentos que antes pasabas por alto y a valorar el tiempo que antes desperdiciabas.

Para tu estudio adicional: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.” – Salmo 90:12 (NVI)

2. El legado se sostiene sobre el carácter

Quién eres habla más fuerte que cualquier cosa que puedas decir. Ser una persona de carácter e integridad significa que eres la misma persona dondequiera que vas: desde la iglesia el domingo hasta el supermercado el jueves. Si quieres ser alguien que construye un legado, debes prestar atención a quién te estás convirtiendo. El carácter se forma en los lugares silenciosos, en la consistencia, en la obediencia no vista que Dios usa para formarnos con el tiempo. El legado requiere el trabajo lento y constante de convertirte en la persona que Dios diseñó que fueras.

Para tu estudio adicional: “Cada uno cosecha lo que siembra.” – Gálatas 6:7 (NVI)

El legado no es accidental; es intencional. Cuando Dios nos da Su perspectiva sobre el tiempo, comenzamos a invertir nuestros días sabiamente. A medida que Él forma nuestro carácter, nuestras vidas se convierten en semillas para el futuro. Lo que sembramos hoy, Dios lo multiplica mañana. El legado se construye mediante el PEAJE que elegimos pagar: confiar en Dios con nuestro Diezmo, obedecerlo con nuestras Ofrendas, Amar al futuro dando sacrificialmente, y brillar nuestra Luz para que otros lo vean. Estas son las semillas que nos sobreviven. Tal vez nunca veas la cosecha completa, pero en Cristo, tu vida puede impactar a una generación que aún no ha sido creada.