Un año nuevo trae entusiasmo por un nuevo comienzo para cambiar nuestros hábitos y lograr nuestras metas. Nuestras intenciones son típicamente crecer y progresar en nuestra vida. Sin embargo, Jesús nos llama a centrarnos en amar a Dios primero y amar a los demás como a nosotros mismos. Ambos son igualmente importantes. Para amar bien a los demás, debemos amarnos bien a nosotros mismos cuidando nuestra alma. A medida que aprendemos a administrar la vida que Dios nos ha dado, nos volvemos saludables física, mental y espiritualmente. Como resultado, crecemos y progresamos en nuestra vida.

A través de nuestro corazón, mente, cuerpo y relaciones podemos desarrollar nuestro espíritu para vivir felices, sanos y santos.

‍El cuidado del alma no es egoísmo, es mayordomía

1.  Mente y corazón

El corazón es el núcleo de nuestro ser y la mente contiene nuestros pensamientos y sentimientos. Jesús quiere reemplazar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne, transformándonos al renovar nuestra mente. Mientras seguimos a Jesús, debemos desafiarnos a nosotros mismos a tener pensamientos más saludables, en lugar de seguir lo que dice la cultura."

No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta." Romanos 12:2 NVI

2. Cuerpo y Relaciones

Funcionamos como seres vivos y ocupamos espacio físico. A medida que interactuamos con el mundo que nos rodea, establecemos relaciones con las cosas, las personas e incluso con nuestros propios cuerpos. Podemos optar por someter nuestro cuerpo a hábitos saludables o a adicciones nocivas. Lo mismo puede aplicarse a nuestras relaciones. La voluntad de Dios no es solo que tratemos nuestros cuerpos como su santo templo, sino que administremos relaciones saludables que ejemplifiquen el amor de Cristo.

Jesús nos ordena amar a Dios con nuestra mente, corazón, alma y todas nuestras fuerzas, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Aunque podemos estar ansiosos por ayudar a los demás, es importante que todos entendamos la formación espiritual y practiquemos primero el cuidado del alma. Para vivir sanos, felices y santos necesitamos nuestros corazones renovados, la mente transformada, el cuerpo reentrenado, las relaciones sometidas y las almas salvadas.